Zapatos viejos

Karla Una madre humilde, conversa con su amiga Margarita, muestra cierta emoción por poder comprar la faja que le recetó el médico, con la cual podrá aliviar su dolor de espalda, como todas las quincenas, planea salir con su pequeño hijo Felipe, a dar un paseo, y distraerse un poco, además para aprovechar y comprar la faja. Después de descansar un poco en casa al llegar del trabajo, y con las atenciones de su cariñoso niño, decide salir, ya que la impaciencia de Felipe por acompañarla, y, como él mismo dice, cuidarla de los peligros de la calle, la motiva con sobradas razones a dirigirse a su acostumbrado paseo del día de pago, esta vez ella le ofrece comprarle un heladito, es un pequeño gusto que se pueden dar cada que recibe su salario.

Va caminando por la calle del centro de la ciudad con su amado hijo de la mano, de repente, al pasar por un almacén, el niño queda embelesado al ver un par de tenis, (sus viejos zapatos ya están desgastados), como quien sueña despierto por cosas bonitas, pero él agacha la cabeza con resignación, recuerda que lo que su madre gana no les alcanza, y, no tienen dinero para comprarlos, Karla al ver esto queda muy conmovida, a punto que se le escapan un par de lágrimas, entonces, con ese infinito espíritu de sacrificio y amor incondicional de madre, decide gastar sus ahorros y comprar esos hermosos tenis que enamoraron a su pequeño, para él, es un momento de regocijo, para ella ver el rostro feliz de su hijo no tiene precio, aun cuando el dolor de su espalda, deba esperar un tiempito más.