Unrecognizable

Sin tener la intención de separarme o algún motivo claro, más allá de extrañar mi país y el calor de mi ciudad, después de vivir cinco años con mi pareja en Buenos Aires, decidí regresar a casa por un tiempo. No habiendo notificado a nadie sobre mi partida, llegué sorpresivamente al hogar de mis padres en Cancún. Quienes se desbordaron de alegría por tener de vuelta a su hija; y sin cuestionar mi regreso, disfrutamos la dicha de tener una familia unida y feliz.
Envuelta en la fantasía de poder recuperar los años perdidos, creí tontamente, que mi otra vida, y sobretodo, mi relación de pareja, había quedado, por así decirlo: en pausa. Segura de que a mi regreso todo sería exactamente igual que cuando partí, la vida me recordó que los reencuentros no siempre resultan del modo que planeamos.
A raíz de llevar al extremo aquella experiencia de pareja y también, mis estadías en varios hostales de Buenos Aires, surge “Irreconocible”. Película que aborda en primer plano la crisis emocional de una persona por el abandono insospechado de su mujer, y en paralelo, crea una ventana a una micro-sociedad, que podríamos encontrar fácilmente en residencias compartidas de Latinoamérica. Lugares donde hay comúnmente un ambiente festivo, de libertad y frescura, en el que todas las noches hay gente reunida, que baila y se divierte sin importar su procedencia.