The Silence of my Hands

I remember the first time I was introduced to Rosa and Saira and I couldn't communicate with them. My words became shorter and my thoughts accelerated, not that I didn't know what to say, but that I didn't know how to say it. At that moment I realized the limitations that my own language imposed on me, making sound the only form of expression. But was it really the only form?

For me, the film tells a story of love, affection, trust and fragility. Two people who met on a path that, although they were going in different directions, decided to go in the same direction. In the midst of this new path, realities appear questioning the decisions of both, realities that reveal their desires, their fears, the cracks and their struggles. It is a story that tests trust, that reveals growth and maturation. And though in the end those paths return to their original course, their struggles remain, stronger, more alive.

In them I see inspiration and strength, in them I saw an opportunity to prove once again that loving a person is also an act of endurance. Is it selfish to want to place in them what I cannot give myself? How easy it is to see how two people love each other, but how difficult it is to love yourself.

My journey has been difficult because I have not known how to love myself. Because of my preferences, my fears, my body, my stretch marks and my dreams. The ones they put in me. Believe in yourself, they constantly tell me. And me believing what they mean by that, trying to work with me that desire, in my head appears again and again. Again and again, over and over again.

The struggle is with me, and will continue to be.

It is not about giving a lesson, but to generate a reflection from the inspiration that the film intends to show in its most intimate and honest way. It is a film that questions not only the form of communication and language, but the different ways of wanting to love and wanting to be.

I like to think of the film as a journey, which gets lost among several paths and navigates depths. A small portrait that concentrates on the smallest details, so subtle that they become memorable.

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Recuerdo la primera vez que me presentaron a Rosa y a Saira y no pude comunicarme con ellas. Mis palabras se me fueron acortando y mis pensamientos acelerando, no es que no hubiera sabido qué decir, sino que no supe cómo decirlo. En ese momento me di cuenta de las limitaciones que mi propio lenguaje me imponía, haciendo del sonido la única forma de expresión. ¿Pero de verdad era la única forma?

Para mí, la película cuenta una historia de amor, de cariño, de confianza y de fragilidad. Dos personas que se encontraron en un camino que, aunque iban en rumbos distintos, decidieron ir en la misma dirección. En medio de este nuevo camino, realidades aparecen cuestionando las decisiones de ambas, realidades que revelan sus deseos, sus miedos, las grietas y sus luchas. Es una historia que pone a prueba la confianza, que revela el crecimiento y la maduración. Y aunque al final esos caminos vuelven a su rumbo original, sus luchas quedan, más fuertes, más vivas.

En ellas veo inspiración y fuerza, en ellas vi una oportunidad de demostrar una vez más que amar a una persona es también un acto de resistencia. ¿Es egoísta querer depositar en ellas lo que yo no me puedo dar? Que fácil ver cómo se aman dos personas, pero que difícil amarse a uno mismo.

Mi camino ha sido difícil porque no he sabido quererme. Por mis gustos, mis miedos, mi cuerpo, mis estrías y mis sueños. Los que depositan en mí. Cree en ti, me dicen constantemente. Y yo creyendo a qué se refieren con eso, intentando trabajar conmigo ese deseo, en mi cabeza aparece una y otra vez. Una y otra vez, una y otra vez.

La lucha es conmigo, y seguirá siendo.

No se trata de dar una lección, sino de generar una reflexión a partir de la inspiración que la película pretende mostrar en su modo más íntimo y honesto. Se trata de una película que cuestiona no solo la forma de comunicación y el lenguaje, sino las distintas formas de querer amar y de querer ser.

Me gusta pensar la película como un viaje, que se pierde entre varios caminos y navega profundidades. Un pequeño retrato que se concentra en los mínimos detalles, tan sutiles que se vuelven memorables.